Volví a ver las luces desde la
ventana del taxi, conocía estas sirenas, abrí la puerta de mi departamento y
encontré una toalla tirada en el piso; una angustia y duda, impotencia y
desasosiego, todo volvía a su normalidad, el atrás era un sueño, si, mientras
esperaba un vuelo sentado en la sala del aeropuerto, una luz furtiva me dijo
que ya no había vuelta atrás, no podía durar para siempre la ilusión, el
vórtice me estaba esperando, en un lugar que tendría que encontrar, todo
depende del tiempo, que aun es falso para mí.
Eran las 8 o los ocho pasos que
di hasta mi cama, en la habitación a mano izquierda de la entrada, en medio del
baño y la antesala, todo sonaba como un amanecer. En la cara que veía enfrente, tomaba pestañas desde el
espejo, desde el reflejo, acariciaba en largos trazos los pómulos,
extendiéndome en un pañuelo, frotando suavemente al borde de la ventana, porque
estoy seguro de la realidad que acontece al otro lado del espejo.
Me debatí entre el ser y estar, no star, aun mis cabelluelos no
brillan tanto, formando personajes, combinando mis prendas rotas, andando por
la casa como una loca , desesperada, formando pintas sobre mi almohada, escribo
con ternura una Jota “J”. Joaquín.
Él me debe una llamada, lo supe
desde antes de irme, saliendo del apartamento con el equipaje, me enteré, quizá
solo por intuición. ¿Quién es él? Mi instructor de gimnasia que con tanta
gracia quiere cobrarme la mensualidad, mierda. Estoy cansada de las rimas y de
las cuotas, me he quedado sin dinero y sin perspicacia, pero no importa, tan
sólo desconecto el teléfono y ya está, aun no he llegado, quizá siga soñando, y
mejor me decido a soñar por toda la eternidad, porque yo ya no quiero trotes en
eso que me han enseñado que es la realidad.
Quizá ni siquiera busquen mi
casa, quizá no tenga que mudarme, o quizá deba mudarme al castillo de mis
sueños, quizá encuentre la forma de volver, como añoro el sueño, pero es
verdad, he despertado, aun así, no pagaré la renta ni la mensualidad, mucho
menos la electricidad, la voy a producir yo misma, o si no, le robo un poco al
vecino, a fin de cuentas solo necesitaré un bombillo en el baño para tener luz
mientras cago y leo, cosa que haré por ocho horas, las otras cuatro que me
mantenga en vigilia, serán para cocinar con velas y una fogata que voy a hacer
en el patio de lavar ropas, no me importa que se llene la casa de humo. A lo
mejor también me alcanza la electricidad para poner un ventilador de día que
saque el humo por la ventana, aunque sea un poco pequeña, estoy segura que es
suficiente para no asfixiarme. Siempre está abierta la posibilidad de tirarme
por la ventana que da a la entrada del edificio, sólo en el caso que se atasque
la cerradura y no pueda abrir la puerta; la ventana se sitúa en la sala al
fondo, y es difícil que el humo salga por ahí, tendría que primero llenarse la
casa, además creo que es un buen gesto de insolencia contra los dueños del
edificio, - Generar sahumerios nunca es gratuito- los demás no me importan, tan solo son más
pobres diablos, junto con todo los demás, gentes odiosas que tanto me irritan,
y a los cuales estoy decidida no volver a ver.
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